Tiempo para reflexionar
A veces, es necesario parar, hacer un alto en el camino, alejarse de la rutina y realizar un ejercicio de reflexión. Celebrar la navidad en una sociedad capitalista, que 'envuelve' el espíritu original de esta celebración en el utilitarismo y el hedonismo en los que estamos inmersos, nos hace alejarnos del foco que más importa.
Hemos de quitar todos esos adornos autocomplacientes con los que nos escondemos para 'brillar' más ante los demás, y buscar qué es lo que hay detrás. ¿Y qué encontramos? La pandemia provocada por el coronavirus ha despertado la conciencia de muchos, mientras que otros siguen en la misma inopia de siempre. Lo peor de todo es que dudo mucho de que hayamos cambiado nuestras prioridades después de que un virus nos haya sacado de nuestra burbuja de bienestar y haya sacudido nuestras conciencias siendo testigos de muertes y, al mismo tiempo, de irresponsabilidades individuales.
Sea como fuere, aquí llega la navidad, para mostrar la incoherencia de este mundo lleno de contrastes y de paradojas. El dilema entre salud y trabajo del que hemos hablado tanto durante la pandemia nos hace recordar en qué sociedad vivimos. Los sentimientos más universales se ven interpretados bajo criterios económicos. Este mundo es así y todos participamos de él, a menos que uno quiera vivir al margen.
A pesar de la navidad, seguiremos siendo testigos de escenas de naufragios de quienes tan solo quieren una vida mejor, una estampa a la que nos hemos acostumbrado tanto que nos ha hecho insensibles ante las miserias humanas. Y de la soledad de tantas personas que viven sin compañía y llegan a morir sin que se entere nadie, y de la violencia de aquellos hombres que se sienten con derecho de agredir a sus parejas, y de la discriminación a que se ven sometidos quienes quieren vivir con libertad su sexualidad...
Sí, eso es el ser humano, pero también lo es la esperanza, la ilusión, el espíritu de superación, la belleza, la amistad, la solidaridad... Y lo vemos a diario en tantas personas anónimas que nos rodean. Así es la vida, llena de contradicciones. De miserias y de logros. Al menos, en esta navidad sin abrazos ni besos, espero que seamos capaces de mirar a la cara de los demás, ya que los ojos no se ocultan bajo las mascarillas, y mostrar nuestro corazón ávido de respuestas, de la necesidad de creer en el ser humano.
